La discriminación por edad sigue estando presente en la actividad laboral de este siglo XXI, cuando parece que los avances tecnológicos y sociales no han llegado a las mentes arcaicas de quienes osan rechazar a los que alcanzan cierta edad por considerarlos como “poco productivos”. Este flagelo se afianza con más fuerza en América Latina, donde pareciera que después de los 50 años no existe alternativa laboral alguna.
“No tienes la edad establecida para este cargo” es la frase que retumba en los departamentos de recursos humanos durante la recepción de currículo o entrevistas de trabajo. Y es que pareciera que no se tiene la más mínima consideración con aquellos que han dedicado parte de su vida al desarrollo de un sector profesional, tratándoles como trapos sucios deteriorados que han cumplido un periodo útil y ya no sirven para más nada.
El Edadismo está marcando la vida de millones de personas, las cuáles están propensas a caer en depresión porque se sienten e inútiles e imponentes al no poder realizar una venta adecuada de su perfil profesional por ser “demasiado viejos”. Siempre he dicho que el peor de los males en nuestra sociedad son los complejos, debido a que no le permiten a los individuos explotar al máximo sus aptitudes y capacidades
Nadie tiene derecho a impedirle la venta de sus servicios a alguien por sus años de vida o cualquier otro motivo absurdo. Somos seres humanos con debilidades y fortalezas, constituyéndonos como individuos capaces de hacer lo que nos propongamos. Por lo tanto, resulta inadmisible que se cuestione a un sector importante de la población con argumentos absurdos tan despectivos como inhumanos.
Discriminar a una persona por la edad es dejar a un lado a tanta experiencia acumulada en un ser de carne y hueso, quién no tendrá la misma fuerza física de alguien de su mitad de años pero cuenta con una experticia para la venta fantástica por el amplio trayecto recorrido. Incluirles en la vida laboral es más que brindarles modelos de negocio para la venta de productos en formato multinivel; Se trata de garantizarles opciones en esta nueva etapa de su vida, dónde despiertan otro tipo agilidades y se puede obtener beneficio a través de ellas.
¿Cómo podemos combatir al edadismo?
El primer paso para hacerle frente a esta nociva práctica es un cambio de mentalidad. No se justifica que nuestra sociedad latinoamericana aún siga viendo a los mayores de 50 años como “seres pasados de moda”, cuando en realidad se constituyen como una fuerza laboral experimentada con capacidad suficiente para contribuir a un crecimiento económico sostenido.
La venta de este concepto debe quedar suspendida en todos los espacios, especialmente dentro de las instituciones educativas y empresas. Allí se han encargado de hacernos entender por mucho tiempo hasta qué punto de nuestras vidas “somos útiles”, olvidándose cuán imposible es olvidar esos conocimientos adquiridos en un proceso de formación académico de 5 o más años y lo que se va aprendiendo con el pasar de los años en la práctica profesional.
Las autoridades locales también deben asegurarse de brindarles protección social a todos ciudadanos en términos laborales, debido a que es dantesco como se discrimina por la edad como si eso fuese un aliciente para dictaminar el desempeño de funciones o la calidad del trabajo a ejecutar. Si fuese así, estaríamos frente a un nuevo modelo socio-cultural con poca memoria histórica y frecuentes errores por omitirla.
En esta ocación tuve el gran honor de tratar con dos expertos en el tema Ronald Echeverria y Gustavo Gosiker, en esta mega entrevista sobre este interesante tema..